lunes, 1 de junio de 2015

¿La Tierra es el infierno? ¡Pruebas contundentes!

¿Se han preguntado alguna vez si existe el infierno? Y en caso de existir, ¿dónde se encuentra el infierno? Les dejamos algunas pruebas contundentes de que el infierno es la Tierra.


Sólo Dios, en su omnipotencia e infinita maldad, sería capaz de concebir un reino de tinieblas y sombras como el infierno, donde el dolor y la miseria prevalecen sobre la vida humana, un lugar de castigo para los hombres, donde los tormentos no tienen fin y tras una tortura física y/o emocional sucede otra que la supera.

¿Dónde se halla, entonces, ese horrible lugar? Más cerca de lo que uno podría suponer. La misma Tierra que habitamos es el infierno. Por lo tanto, no se trata de un lugar espiritual o simbólico, sino de un espacio concreto y material.

Les traemos aquí 3 pruebas irrefutables que sirven para demostrar que esto y no chingaderas es el cabrón infierno:

  1. Sistema de transporte colectivo Metro. Ciudad de México. Uno de los 9 infiernos, un laberinto de pasadizos estrechos y húmedos.
  2. Estados Unidos de Norteamérica. ¿Necesito decir más? Una nación así no pudo haber sido fundada por seres humanos.
  3. Religiones. Especialmente las religiones cristianas, pero en general todas aquéllas que prometen un cielo y una vida después de la muerte. No hay mayor tortura que el anhelo fútil de escapar de este lugar que, inconscientemente, todos reconocemos como el infierno.

Si ustedes tienen más pruebas, compártanlas con nosotros.

lunes, 1 de septiembre de 2014

No al aborto, sí a la vida: la falacia de la derecha conservadora

Un tema de debate candente, de los más difíciles de resolver, es el aborto o interrupción del embarazo. Actualmente, el aborto es permitido en la Ciudad de México, hecho apoyado por la mayoría, aunque algunos grupos se oponen y desean revertirlo.
     Al asomarnos a este tema, encontramos de inmediato dos posturas principales, irreconciliables. Por un lado tenemos a quienes están en contra del derecho de las mujeres para interrumpir el embarazo, del otro lado se encuentran quienes están a favor de ese derecho.
     Los primeros, se manifiestan contra el aborto argumentando que es un acto de asesinato, en el que se quita la vida a un ser humano. Las versiones varían de persona a persona, de grupo a grupo, pero el mensaje general es el mismo: El aborto es la negación de la vida, un asesinato, y matar es malo, por lo cual no debe practicarse.
     Los segundos no son un grupo definido, son casi todos los demás que no pertenecen al primer grupo (salvo los que no toman una postura, que se mantienen neutrales o, peor, apáticos e ignorantes). Los argumentos de este lado varían considerablemente, desde los que hacen mención al derecho de las mujeres a hacer lo que deseen con sus cuerpos y sus vidas, hasta quienes defienden el derecho (o necesidad) de abortar, porque hay demasiada gente en el mundo, pasando por los argumentos más bien sólidos y serios, como el hecho de que el cigoto (el producto de la unión de un óvulo y un espermatozoide, que sucede durante el contacto sexual) no es un ser humano, o más bien una persona. Sólo es el embrión del animal llamado Homo sapiens.
     Sin pretender una respuesta definitiva, quiero plantear una problemática filosófica frente a este asunto, una forma de abordar el problema que permita tener mejores bases para decidir nuestro actuar (hombres incluidos) frente a la realidad del aborto, más allá de que al menos en la ciudad de México, la interrupción del embarazo ya no está penalizada, pues una ley no es inherentemente correcta o “buena” por el hecho en sí de ser una ley. No olvidemos que el exterminio de disidentes bajo el sistema comunista de Stalin en Rusia, era legal, así como lo son las ejecuciones de criminales en Estados Unidos. Pero entremos en materia.
     En su «Fundamentación de la metafísica de las costumbres», Immanuel Kant nos dice que “ni en el mundo ni, en general, fuera de él es posible pensar nada que pueda ser considerado bueno sin restricción, excepto una buena voluntad”. Esto nos lleva al tema del bien y del mal, es decir de la ética (no de la moral maniquea).
     Este tratado de Kant nos dice que el problema del bien y el mal sólo en una parte nos incumbe como seres humanos, y es en elegir entre dos males, nunca entre el bien y el mal; elegir entre dos bienes ni siquiera es un problema. Si tienes hambre y te ofrecen dos platos distintos, sólo debes elegir el que prefieras entre ambos bienes. No hay problema.
     Elegir entre un bien y un mal, aunque es un problema, no nos concierne como seres humanos, pues nadie elegirá el mal por encima del bien. El ejemplo más ilustrativo es éste: si te dan a elegir entre matarte (hacerte un mal) o darte riquezas o cultura (hacerte un bien), la elección siempre es la del bien. Quien hace un mal a otro no lo hace por el mal en sí, sino por obtener un bien propio. Las empresas que despiden trabajadores no lo hacen para dañar a los trabajadores, el verdadero móvil es un bien que la empresa obtendrá, como ahorrarse sueldos y prestaciones.
     Los grupos conservadores que se oponen a la despenalización del aborto, califican la muerte de un ser humano como un mal y no abortar como un bien, pero el argumento es falaz, por varias razones, a saber:

  1. Una elección sólo se da entre dos acciones, nunca entre una acción y una inacción; abortar es un acto no abortar es la ausencia de un acto.
  2. Si en lugar de decir no abortar decimos que la elección es entre abortar y dar a luz a un bebé no deseado o ser madre obligadamente, ahora sí estamos hablando de una elección entre dos cosas, entre dos acciones.
  3. En este caso, dar a luz a un niño no deseado o ser madre (o padre) obligatoriamente, no puede considerarse como un bien, sino como un mal.

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     Ahora podemos ver la falacia con total claridad: cuando nos dicen que la elección entre abortar y no abortar es elegir entre el mal y el bien, nos están mintiendo, porque en realidad se trata de elegir entre dos males. Y la manipulación viene cuando esos grupos o sus representantes (sean políticos, sacerdotes o ciudadanos) pretenden tomar la decisión de nuestras manos y califican esa decisión suya como la única correcta y válida, y descalifican por completo a quienes eligen la otra.
     Si recuperamos para nosotros la responsabilidad de elegir y tomar nuestras propias decisiones, debemos considerar este problema como la elección entre dos males: abortar es un mal (si fuera un bien, nadie dudaría en realizarlo), pero estar obligadas a ser madres también es un mal. Elegir entre dos males plantea la necesidad de informarnos y elegir aquél con el que podamos lidiar, o para decirlo según la sabiduría popular: elegir el menor entre dos males, pero nadie más que nosotros mismos podemos determinar cuál de los males posibles es el menor, y es una decisión personal porque hacernos cargo de las consecuencias de cualquiera que sea la decisión que tomemos, también será cosa personal. Si todos tus amigos te dicen que interrumpas tu embarazo y lo haces, ninguno de tus amigos cargará con la culpa o remordimientos que el acto pueda acarrearte; si tu párroco o diputado de confianza te convence de que no debes abortar sino tener al bebé y ser madre, él no te va a ayudar con los gastos, con los cuidados ni con la educación del niño. Ello te corresponde sólo a ti, o a ti y a la persona que elijas que sea tu pareja, si esa persona está de acuerdo. Pero sobre todo, a ti.

Habitantes de Durango queman a bruja transformada en lechuza



La Campana, Durango. — En un video difundido en redes sociales, se aprecia cuando un grupo de habitantes de la comunidad de La Campana, en el estado de Durango, queman las alas de una lechuza al acusarla de ser una bruja que había adoptado la forma del ave, para aterrorizar al pueblo y robarse un bebé.
En el video se aprecia cuando algunas mujeres le hablan a la lechuza, preguntándole “¿quién eres?”, pero la lechuza se negó a responder, presumiblemente para proteger su identidad. De inmediato aparecieron mensajes en contra de esta práctica cruel contra el animal, sin considerar si se trataba de una inocente ave, por lo que nos dimos a la tarea de investigar si en verdad se trataba de una bruja o sólo de la ya demasiado común ignorancia de un pueblo que basa prácticamente todas sus acciones en creencias inspiradas por la religión católica, ignorando todos los dictados de la razón y la inteligencia humana.
A nuestras preguntas, una vecina del poblado, cuya identidad nos pidió mantener en secreto, comentó: “Sí es una bruja, yo la vi mirándome desde una rama mientras amamantaba a mi bebé”; es común que las brujas se roben a los bebés para criarlos como propios pues ellas son estériles y no pueden tener hijos. Otros vecinos tenían opiniones similares: “Una lechuza de verdad no se comportaría retadora con las personas”, “mira sus ojos, son inteligentes, no inocentes como en las lechuzas de verdad”.
Para aclarar nuestras dudas, acudimos a la Secretaría de Recursos Naturales y Medio Ambiente del estado de Durango, donde nos atendió su titular, Maximiliano Silerio Díaz, quien confirmó la versión de los pobladores: “Se trata en efecto de una bruja. Abundan en la región, pese a nuestros esfuerzos por exterminarlas”.

Se prevé que antes de que termine el año, se envíe al ejército a confrontar a las brujas, en espera de acabar con ellas o, por lo menos, de disminuir su influencia. “Estamos analizando si enviar al ejército para luchar contra ellas”, añadió Silerio Díaz, “o si permitiremos la creación de grupos de autodefensa en las comunidades de Durango”. Estos grupos, aunque no son reconocidos oficialmente, ya existen, y cuentan con alrededor de 75 sacerdotes católicos en sus filas, armados con crucifijos, agua bendita y estacas de madera, aunque no se sabe el efecto que éstas tengan en las brujas.
Los pobladores rezan para que en un lapso de máximo dos años, la población de brujas en el estado se reduzca al mínimo, y las desapariciones de bebés disminuyan o, incluso, desaparezcan de forma definitiva. Sólo falta esperar a ver si Dios escuchará los rezos y, de hacerlo, si le importarán o si, como hasta ahora ha sido, hará caso omiso de ellos.