La Campana, Durango. — En un video
difundido en redes sociales, se aprecia cuando un grupo de habitantes de la
comunidad de La Campana, en el estado de Durango, queman las alas de una
lechuza al acusarla de ser una bruja que había adoptado la forma del ave, para
aterrorizar al pueblo y robarse un bebé.
En el video se
aprecia cuando algunas mujeres le hablan a la lechuza, preguntándole “¿quién
eres?”, pero la lechuza se negó a responder, presumiblemente para proteger su
identidad. De inmediato aparecieron mensajes en contra de esta práctica cruel
contra el animal, sin considerar si se trataba de una inocente ave, por lo que
nos dimos a la tarea de investigar si en verdad se trataba de una bruja o sólo
de la ya demasiado común ignorancia de un pueblo que basa prácticamente todas sus
acciones en creencias inspiradas por la religión católica, ignorando todos los
dictados de la razón y la inteligencia humana.
A nuestras
preguntas, una vecina del poblado, cuya identidad nos pidió mantener en
secreto, comentó: “Sí es una bruja, yo la vi mirándome desde una rama mientras
amamantaba a mi bebé”; es común que las brujas se roben a los bebés para
criarlos como propios pues ellas son estériles y no pueden tener hijos. Otros
vecinos tenían opiniones similares: “Una lechuza de verdad no se comportaría
retadora con las personas”, “mira sus ojos, son inteligentes, no inocentes como
en las lechuzas de verdad”.
Para aclarar
nuestras dudas, acudimos a la Secretaría de Recursos Naturales y Medio Ambiente
del estado de Durango, donde nos atendió su titular, Maximiliano
Silerio Díaz, quien confirmó la versión de los pobladores: “Se trata en efecto
de una bruja. Abundan en la región, pese a nuestros esfuerzos por
exterminarlas”.
Se prevé que antes de que termine
el año, se envíe al ejército a confrontar a las brujas, en espera de acabar con
ellas o, por lo menos, de disminuir su influencia. “Estamos analizando si
enviar al ejército para luchar contra ellas”, añadió Silerio Díaz, “o si
permitiremos la creación de grupos de autodefensa en las comunidades de
Durango”. Estos grupos, aunque no son reconocidos oficialmente, ya existen, y
cuentan con alrededor de 75 sacerdotes católicos en sus filas, armados con
crucifijos, agua bendita y estacas de madera, aunque no se sabe el efecto que
éstas tengan en las brujas.
Los pobladores rezan para que en
un lapso de máximo dos años, la población de brujas en el estado se reduzca al
mínimo, y las desapariciones de bebés disminuyan o, incluso, desaparezcan de
forma definitiva. Sólo falta esperar a ver si Dios escuchará los rezos y, de
hacerlo, si le importarán o si, como hasta ahora ha sido, hará caso omiso de
ellos.
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